TRUMP Y EL GLOBALISMO

 

Trump contra la supresión de los derechos humanos

La lucha de Donald Trump hoy cobra nuevas dimensiones. No solo controla a la mayoría del Partido Republicano, sino que trae “calle” y respaldo popular. Y es que 74 millones de votos no son poca cosa.

El partido del elefante luce deshabitado sin la gente que Trump moviliza, y los republicanos que rechazan al neoyorkino, no tienen futuro y están en la orfandad política.
El partido del elefante luce deshabitado sin la gente que Trump moviliza, y los republicanos que rechazan al neoyorkino, no tienen futuro y están en la orfandad política. (PanAm Post)
Anuncios

Quienes votaron por Biden fueron engañados totalmente. Añoran regresar a una tierra que ya no existe, ni existirá más: la democracia en Estados Unidos palidece, los derechos humanos están siendo severamente coartados por el nuevo gobierno, o bien, privatizados por sus cómplices de las big tech.

PUBBLICITÀ

En esta nueva administración, la del sucesor ideológico de Bill Clinton, pero sobre todo de Barack Obama, no hay respeto a la verdadera pluralidad de pensamiento.

Hay una ideología “oficial” impuesta como pensamiento único desde organismos internacionales instrumentalizados y bajo el auspicio del gobierno, como desde el poder ejecutivo y del legislativo.

Top ArticlesLos 15 republicanos que votaron contra Trump yaenfrentan las consecuenciasPor qué un salario mínimo federal único en los EEUU no tiene sentidoREAD MORELos 15 republicanos que votaron contra Trump ya enfrentan las consecuenciasREAD MOREEl nuevo concepto, la derecha socialREAD MOREA la izquierda de MarxREAD MORELa leyenda negra en contra de los Estados Unidos de AméricaREAD MOREBLM consigue nominación al premio Nobel de la paz tras incendiar EEUUREAD MORESKIP AD

Hay una corrección política ideologizada que se inyecta desde la mainstream media y las big tech.

Estas “normas comunitarias” son dictados metaconstitucionales, y quien ose no obedecerlos se le “cancela” y arroja al vacío de los nuevos GULAGS —cibernéticos ahora—. Los derechos humanos han sido privatizados por los niños ricos y wokes, dueños de Facebook y también de Twitter.

¿Este es el paraíso que soñó George Soros y su Open Society?

Anuncios

La libertad de reunión y manifestación es acorralada por la Guardia Nacional.

Además, estos globalistas que ahora colocaron a Joe Biden al frente del país, quieren reeditar las andanzas de George H. W. Bush para calentar los motores del sistema militar industrial.

Bombarderos Boeing B-52H estratégicos despegaron hace unos días de la Base de la Fuerza Aérea en Luisiana, en Estados Unidos y volaron sobre el Golfo Pérsico y Arabia Saudita para exhibir músculo militar.

En tanto, el Ejército de Irán hacía maniobras terrestres en la costa del Golfo de Omán. Esto en el contexto de las tensiones por su programa nuclear ante la ceja levantada de Estados Unidos.

En política exterior ya trabaja el deep state a fondo y pronto no faltarán pretextos para poder iniciar un nuevo conflicto bélico internacional, una intervención, alguna situación que arroje jugosas ganancias económicas para el establishment.

Esto permitirá manipular mejor a la población, y llamar desde el gobierno a una hipócrita unidad interna ante ficticios enemigos extranjeros.

El conflicto exterior asimismo tendrá por meta legitimar la presidencia de Biden, dotarle de autoridad para no tener mucha paciencia para opositores internos, ya que, en “tiempos de guerra”, se ve mal no solidarizarse y no apoyar al “líder que defiende al país”.

Mientras eso sucede, en cuanto a política interior, los globalistas también ya urden un plan de control y manipulación.

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) emitió un comunicado que advierte sobre “terrorismo doméstico”, pero con obvia dedicatoria a los seguidores de Trump, es decir, a los opositores a Biden y al partido del burro.

La sola idea de calificar como “terroristas” a los opositores al gobierno, es la postura de una tiranía.

Ahora miles de opositores podrían ser acusados de “conspirar” para derrocar al gobierno, así sea por participar en manifestaciones pacíficas, por expresar sus ideas críticas o por apoyar a Trump.

El Departamento de Seguridad no actúa con la imparcialidad que debería. Toma partido. Parece una oficina más del Partido Demócrata y no un área del gobierno nacional.

Ni Biden ni el DHS dicen una sola palabra, no reparan en la violencia que representan grupos como Antifa y sus secuaces wokes e identitarios de Black Lives Matter. Alentados por la impunidad y los ojos ciegos del DHS, surgirán otros grupos similares más, sin duda.

Los “demócratas” —sí, del partido del burro— sólo lo son de nombre, porque en los hechos buscan suprimir los derechos humanos y la libertad dentro de Estados Unidos, acotar a los opositores con la Guardia Nacional y con la anuencia de las Big Tech.

Además, estos “demócratas” tienen a un Biden que, como presidente, está gobernando con base en órdenes ejecutivas. Sólo en sus tres primeros días, ha firmado ya 30 decretos.

Eso no es nada democrático. Son las imposiciones de un solo hombre sin diálogo político con nadie más, basadas en pago de facturas a los sectores que apoyaron su candidatura y campaña, y en ideología progresista, en el Socialismo Trash.

Ante todo este contexto, de nuevo, la lucha de Donald Trump cobra nuevas dimensiones. Para empezar, ya abrió su oficina en Palm Beach, para hacer activismo político de forma pública. Nunca se ha ido, ni se irá.

Controla a la mayoría del Partido Republicano, y no pocos liderazgos lo están ya visitando en Florida con miras al futuro. Trae “calle”, trae respaldo popular, 74 millones de votos no son poca cosa.

El partido del elefante luce deshabitado sin la gente que Trump moviliza, y los republicanos que rechazan el movimiento socio-cultural del neoyorkino, no tienen futuro y están en la orfandad política.

Incluso, si en 2024 Trump no fuera candidato, es más fácil que alguien más con ese mismo apellido pueda contender a la presidencia, a alguien de los republicanos del establishment que ya compitieron internamente contra él en 2016 y en 2020.

Muchos aún no han podido entender que Trump, más allá de sus exabruptos y errores, es un ícono cultural que representa el nacionalismo, a la lucha contra el globalismo depredador e inmoral, contra el socialismo y la destrucción de la religión, la familia, y la Patria. Son los valores de los Padres Fundadores y son los valores de Occidente.

Trump hoy encarna la defensa de los derechos humanos, de la libertad de expresión, de reunión, de manifestación, de libertad política. Derechos que claramente están suprimidos, por la gestión de Biden y sus cómplices de las élites políticas, de la plutocracia, del establishment, del deep state, de la mainstream media, y de las Big Tech.

Con Biden, el biopoder advertido por Michel Foucault, y el psicopoder planteado por Byung Chul-Han, actúan sincronizados aplastando los derechos humanos de los estadounidenses. Trump es la única oposición seria, antisistema, alt-right, y con respaldo popular a la muerte de la democracia. Estados Unidos en alerta máxima.

Comentarios

Entradas populares