BRASIL ORDENA LA EXPULSION DE 30 DIPLOMATICOS VENEZOLANOS PERO LA CORTE SUPREMA LO BLOQUEA!!!!!!
Bolsonaro retiró a sus diplomáticos de Caracas y a cambio esperaba lo mismo de Venezuela pero la izquierda brasileña intervino en la justicia para impedirlo!!!!!!!
El presidente de Brasil ordenó la expulsión de 30 diplomáticos del cuerpo consular de Venezuela alineados a la dictadura de Nicolás Maduro; pero fue impedido por un juez de la Corte Suprema que emitió un mandamiento el sábado 2 de mayo para suspender la decisión por 10 días.
Brasil retiró a sus diplomáticos de Caracas el 17 de abril y esperaba que Venezuela hiciera lo mismo antes del 2 de mayo, de acuerdo a la exigencia de Bolsonaro y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Sin embargo, el Partido de los Trabajadores, cuyo líder es el expresidente de Brasil y co-creador del Foro de Sao Paulo, Lula Da Silva, presentó una orden judicial para sabotearlo.
Bolsonaro desconoce la legitimidad de Maduro y su cuerpo diplomático
Bolsonaro desconoce la legitimidad de Nicolás Maduro como presidente, clama por elecciones libres y democráticas. Al igual que otros 50 países, reconoce a Juan Guaidó como líder legítimo de una transición democrática en Venezuela. Como tal, reconoció formalmente a su enviada, Maria Teresa Belandria (que vive y trabaja en un hotel) como embajadora de Venezuela en Brasilia. Sin embargo, la embajada de Venezuela en Brasil sigue bajo control de Maduro y no ha tenido un embajador desde 2016.
El gobierno izquierdista de Venezuela dijo que sus diplomáticos se quedarían quietos y sus coidearios brasileños los apoyaron. Incluso el canciller venezolano, Jorge Arreaza, acusó a Brasil de violar el derecho internacional al obligar a su personal diplomático a irse.
Este mismo reclamo llegó al juez Luis Roberto Barroso mediante el pedido del parlamentario izquierdista Paulo Pimenta, alegando que la expulsión podría violar la Constitución de Brasil, los acuerdos internacionales sobre derechos humanos y la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.
De acuerdo a Barroso, la expulsión inmediata de los diplomáticos en medio de la pandemia de coronavirus contrarrestó los principios humanitarios. Lo cual resulta paradójico, pues ha criticado en reiteradas ocasiones el manejo de Bolsonaro de la crisis sanitaria, mientras destaca como ejemplo a Venezuela bajo Maduro. Según su lógica, salir de Brasil e ir a Venezuela, cuyo régimen chavista alega haber hecho más pruebas de COVID-19 que el resto de Sudamérica, sería la mejor opción.
El legislador es defensor de Chávez y Maduro
Por su parte, Bolsonaro acusó al legislador Paulo Pimenta de ser un férreo defensor del régimen de Chávez y Maduro.
Existe material audiovisual donde Pimento grita «Viva Chávez, Viva Maduro», luego de pedir el regreso de Lula Da Silva, quien estuvo preso, y de Dilma Roussef que dimitió la presidencia de Brasil, luego de quedar al descubierto su complicidad en la red de corrupción más grande la historia del país: Lava Jato.
En dicha operación estuvieron bajo investigación varios directivos del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil) por su presunta participación en el escándalo de corrupción destapado en el seno de la petrolera estatal Petrobras.
Con Bolsonaro en el poder, Brasil dejó de ser el banco de Cuba y Venezuela
Mediante el BNDES los impuestos de los ciudadanos de Brasil alimentaron a las tiranías de Cuba y Venezuela y no solo eso, Brasil actuó como garante de ambas naciones ante organismos de préstamos internacionales.
Solo en enero del 2018 Venezuela pagó, con cuatro meses de atraso, una deuda de USD $262,5 millones que tenía con Brasil por fondos del convenio de pago de las exportaciones. Sin embargo, no fue saldada la deuda que vencía ese mes con la misma garantía.
Antes de terminar el mandato de Michel Temer, vicepresidente que asumió el mando tras la dimisión por corrupción de Dilma, autorizó modificar (y el Congreso aceptó) el presupuesto anual para pagar las deudas de Cuba y Venezuela. Pues «el no pago por parte de Brasil tendría consecuencias indeseables para el país, que dejaría de ser considerado un buen pagador por bancos internacionales y el propio BNDES», explicó su ministro de la Secretaría de Gobierno, Carlos Marun. «Para mantener la condición de buenos pagadores», fue necesario que Brasil pagara la deuda de ambos regímenes socialistas.
Desde la campaña electoral Bolsonaro ha sido enfático en su enfrentamiento a la tiranía en su país vecino, comenzando porque dejó de financiarlo.
“Venezolanos mueren de hambre por la tiranía de un Gobierno que anda de la mano con la dictadura cubana. Vía BNDES y otras fuentes de su dinero Brasil es un gran patrocinador del socialismo que masacra millones en el mundo. ¡Eso cambiará! ¡Con nosotros, el foco es Brasil!”, dijo Bolsonaro antes de ser presidente.
Ahora el mandatario, elegido democráticamente, se enfrenta a una crisis institucional, donde la justicia juega un rol clave. Pues mientras acusan al mandatario de violar la Constitución, ha sido la Corte Suprema (STF) por sus siglas en portugués, la que le ha impedido al presidente ejercer su derecho a nombrar al jefe de la policía (lo que han hecho todos los presidentes desde la Constitución de 1988). Ha sido dicho nombramiento el que provocó la renuncia del ministro de justicia, Sergio Moro, que ocupó un rol clave en el triunfo de Bolsonaro.
Como muestra de la popularidad que aún goza, Bolsonaro salió a las afueras del palacio de Planalto, Brasilia, donde fue recibido por una caravana a su favor.
Actos como este también han sido criticados. Puesto que en medio de una pandemia que exige el distanciamiento social, Bolsonaro aún convoca multitudes.
Sin embargo, el país más poblado de Sudamérica ha optado por enfocar sus esfuerzos no a evitar el contagio del COVID-19 sino a tratar a quienes se contagian. Hasta ahora, la enfermedad ha resultado fatal en el 7 % de los casos y más el 40 % de los infectados ya se ha recuperado.
Ahora, en medio de la pandemia, que ha provocado un duro golpe a la bolsa de valores y consigo la economía de Brasil, el país enfrenta a la inestabilidad provocada por un partido que ha financiado a las dictaduras más longevas de la región y la instrumentalización del sistema judicial.
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